El Amor de Mamá
Existen muchas clases de amor, el amor a los padres, a los abuelos, a los amigos, a la pareja, a la familia y hasta a la mascota, pero nunca ninguno se compara con el amor de una buena madre hacia sus hijos.
Existen muchas clases de amor, el amor a los padres, a los abuelos, a los amigos, a la pareja, a la familia y hasta a la mascota, pero nunca ninguno se compara con el amor de una buena madre hacia sus hijos.
Es un amor profundo que literalmente se desprende de tus entrañas, amas con el alma y con el cuerpo, aún sin conocer a ese ser que desde que hace parte de ti, te robó el corazón en un instante y para siempre.
Es imposible para una madre olvidar el momento en que supo que iba a serlo, o aquella primera vez en tuvo en sus brazos a alguno de sus amados hijos. Y así sucede con muchos momentos especiales que van dejando una cicatriz imborrable en la memoria y en el corazón.
Pero este cuento que parece de hadas no siempre tiene un final feliz. En un comienzo, podemos dirigir la vida de nuestros hijos a nuestro parecer, pero con el paso del tiempo y como parte de un proceso natural de evolución en sus vidas, inician el desarrollo su propia personalidad, interpretan el mundo según su autentica perspectiva, adquieren preferencias y aún más complejo, toman decisiones.
No siempre nuestros hijos son lo que deseamos, a veces el rumbo que eligen a pesar de los deseos y educación brindada se desvía del objetivo o proyecto de vida que habíamos trazado en el maternal amor. Que difícil y frustrante resulta cuando así sucede, cuando esas decisiones tomadas ya no por un bebé dependiente y sin carácter, sino por otro ser humano autónomo y racional, van en contra de nuestras creencias, principios o sueños.
¿Qué hacer ante esto? Es una pregunta corta pero compleja. Si tu hijo o hija se está orientando por un camino que no es sano para él o para ella, debes ser recursivo para hacerle entender las consecuencias de sus errores, sin embargo, esto en muchos casos no es suficiente ya que al parecer quieren experimentar en carne propia la crisis que originarán sus acciones. Algunos jóvenes se desvían del camino pero después de un tiempo no muy lejano vuelven a aferrarse a sus valores y principios familiares retomando el bien tan deseado por sus padres.
En otros casos más severos, a pesar de los esfuerzos mencionados, se aíslan totalmente del camino, sin importar el dolor o la disociación familiar que causen. Es allí cuando a pesar de no querer hacerlo, se debe iniciar un proceso de desprendimiento maternal o paternal en que sus progenitores deben respetar sus erradas decisiones y comprender que aunque lo deseen, ya no tienen control sobre sus actos. Es necesario, además, aprender a conocer a los hijos, a veces los padres o madres se engañan y quieren negar una realidad que es evidente al mundo. Es tanto el amor que enceguece y no permite ver lo que para los demás, es tangible.
También es necesario saber hasta dónde se puede acompañar, es decir, establecer un límite de apoyo. Una madre de un joven adicto al juego, sin darse cuenta, se dejo envolver tanto a pesar de conocer su problema, que terminó perdiendo su estabilidad económica (ahorros, casa) tras múltiples prestamos de dinero que él nunca le regreso.
Por ello es tan necesario recuperar aquella autoridad y respeto con que fueron educados nuestros abuelos, no todo tiempo pasado fue peor. En el mundo de hoy volamos en tecnología pero naufragamos en valores y principios que son finalmente las brújulas de nuestros hijos.
Por eso, Madres, no teman ser exigentes y ejercer autoridad, por supuesto nunca debemos dejar de lado el amor, la escucha, la comprensión y el dialogo pero combinado con disciplina. Los resultados se verán reflejados en el futuro de nuestros amados hijos, que gratificación tan incomparable verlos ser útiles a la sociedad, independientes, productivos, sanos emocional y afectivamente.
Un sacerdote en una eucaristía decía que el amor de una madre es el más parecido al de Jesús por nosotros, ya que una madre siempre mira con los ojos del corazón, siempre perdona, siempre está dispuesta a darlo todo por sus hijos al igual que nuestro Señor.
Si quieres ver a tus hijos felices combina amor, razón y disciplina.
Sólo el amor de una madre
Sólo el amor de una Madre apoyará,
cuando todo el mundo deja de hacerlo.
Sólo el amor de una Madre confiará,
cuando nadie otro cree.
Sólo el amor de una Madre perdonará,
cuando ninguno otro entenderá.
Sólo el amor de una Madre honrará,
no importa en qué pruebas haz estado.
Sólo el amor de una Madre resistirá,
por cualquier tiempo de prueba.
No hay ningún otro amor terrenal,
más grande que el de una Madre.
Autor Desconocido
Luddy Maireth Caicedo Esteban
Psicóloga de Apoyo al Proceso de Duelo
Es un amor profundo que literalmente se desprende de tus entrañas, amas con el alma y con el cuerpo, aún sin conocer a ese ser que desde que hace parte de ti, te robó el corazón en un instante y para siempre.
Es imposible para una madre olvidar el momento en que supo que iba a serlo, o aquella primera vez en tuvo en sus brazos a alguno de sus amados hijos. Y así sucede con muchos momentos especiales que van dejando una cicatriz imborrable en la memoria y en el corazón.
Pero este cuento que parece de hadas no siempre tiene un final feliz. En un comienzo, podemos dirigir la vida de nuestros hijos a nuestro parecer, pero con el paso del tiempo y como parte de un proceso natural de evolución en sus vidas, inician el desarrollo su propia personalidad, interpretan el mundo según su autentica perspectiva, adquieren preferencias y aún más complejo, toman decisiones.
No siempre nuestros hijos son lo que deseamos, a veces el rumbo que eligen a pesar de los deseos y educación brindada se desvía del objetivo o proyecto de vida que habíamos trazado en el maternal amor. Que difícil y frustrante resulta cuando así sucede, cuando esas decisiones tomadas ya no por un bebé dependiente y sin carácter, sino por otro ser humano autónomo y racional, van en contra de nuestras creencias, principios o sueños.
¿Qué hacer ante esto? Es una pregunta corta pero compleja. Si tu hijo o hija se está orientando por un camino que no es sano para él o para ella, debes ser recursivo para hacerle entender las consecuencias de sus errores, sin embargo, esto en muchos casos no es suficiente ya que al parecer quieren experimentar en carne propia la crisis que originarán sus acciones. Algunos jóvenes se desvían del camino pero después de un tiempo no muy lejano vuelven a aferrarse a sus valores y principios familiares retomando el bien tan deseado por sus padres.
En otros casos más severos, a pesar de los esfuerzos mencionados, se aíslan totalmente del camino, sin importar el dolor o la disociación familiar que causen. Es allí cuando a pesar de no querer hacerlo, se debe iniciar un proceso de desprendimiento maternal o paternal en que sus progenitores deben respetar sus erradas decisiones y comprender que aunque lo deseen, ya no tienen control sobre sus actos. Es necesario, además, aprender a conocer a los hijos, a veces los padres o madres se engañan y quieren negar una realidad que es evidente al mundo. Es tanto el amor que enceguece y no permite ver lo que para los demás, es tangible.
También es necesario saber hasta dónde se puede acompañar, es decir, establecer un límite de apoyo. Una madre de un joven adicto al juego, sin darse cuenta, se dejo envolver tanto a pesar de conocer su problema, que terminó perdiendo su estabilidad económica (ahorros, casa) tras múltiples prestamos de dinero que él nunca le regreso.
Por ello es tan necesario recuperar aquella autoridad y respeto con que fueron educados nuestros abuelos, no todo tiempo pasado fue peor. En el mundo de hoy volamos en tecnología pero naufragamos en valores y principios que son finalmente las brújulas de nuestros hijos.
Por eso, Madres, no teman ser exigentes y ejercer autoridad, por supuesto nunca debemos dejar de lado el amor, la escucha, la comprensión y el dialogo pero combinado con disciplina. Los resultados se verán reflejados en el futuro de nuestros amados hijos, que gratificación tan incomparable verlos ser útiles a la sociedad, independientes, productivos, sanos emocional y afectivamente.
Un sacerdote en una eucaristía decía que el amor de una madre es el más parecido al de Jesús por nosotros, ya que una madre siempre mira con los ojos del corazón, siempre perdona, siempre está dispuesta a darlo todo por sus hijos al igual que nuestro Señor.
Si quieres ver a tus hijos felices combina amor, razón y disciplina.
Sólo el amor de una madre
Sólo el amor de una Madre apoyará,
cuando todo el mundo deja de hacerlo.
Sólo el amor de una Madre confiará,
cuando nadie otro cree.
Sólo el amor de una Madre perdonará,
cuando ninguno otro entenderá.
Sólo el amor de una Madre honrará,
no importa en qué pruebas haz estado.
Sólo el amor de una Madre resistirá,
por cualquier tiempo de prueba.
No hay ningún otro amor terrenal,
más grande que el de una Madre.
Autor Desconocido
Luddy Maireth Caicedo Esteban
Psicóloga de Apoyo al Proceso de Duelo
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